TODO METAL PUEDE TRANSFORMARSE EN ORO
Fenómenos económicos posdemocracias
Walter Álvarez, Amparo Bernabé, Martín Di Paola, Raúl Escari, Santiago Gasquet, Guido Ignatti, Lucas Marín, Alejandro Moreyra, Alfredo Prior, Fabián Ramos, Marina Sábato, Ezequiel Semo y Alejandro Tosso
La muestra se propone recorrer la economía argentina de las últimas tres décadas, ya no desde una perspectiva histórica sino asincrónica y arbitraria: un conjunto de dibujos, pinturas, instalaciones y videos que gestan un espacio de “especulación” en el que conviven la inestabilidad, la estrategia, las crisis y los cambios. En la exposición, algunas obras reflejan ese desequilibrio a través de estructuras frágiles o materiales endebles; en otras, está la fugacidad del valor de la moneda en elementos que se rompen y se desintegran; otras exponen con matemática crudeza una realidad personal; otras toman las virtudes del ave fénix como símbolo de la necesidad de volver a apostar, de volver a creer. En una economía de curvas y contracurvas vertiginosas, de monedas amargamente camaleónicas, de índices y medidas a menudo perturbadores, el artista busca (y lo logra) sobreponerse, siendo él su propio gestor, su propio mecenas. El arte ya no como una herramienta de reflexión o evasión, sino de salvación, de protesta, de decidida ironía.
CELESTE MARTÍNEZ
Del mismo modo que la oscuridad es otra de las mutaciones de la luz o que la quietud es el presagio de la tempestad el silencio es eco desarticulado, falsa alegoría, complicidad fáctica, murmullo contenido, duplicidad ambigua.
Características y virtudes todas ellas reproducidas en la obra de Celeste Martínez. Con una precisión quirúrgica la artista le brinda a los objetos de su estudio una identidad voluble.
Simuladas mariposas, fingidos maduros ,azules y violáceos, hendiduras rugosas. En la exactitud de la disposición de sus objetos Martínez contempla la naturaleza prodigiosa de estos.
Con la minuciosidad de quien pretende develar un crimen la artista recoge materiales y se sirve de ellos para configurar una escena única que exponga la esencia de su obra. La armonía del estridente neón que nos exige silencio o la pulcritud de la cuerina sintética. También están la madera y el vidrio que obran con sutileza y transparencia. Hay planos negros y luces apagadas, las formas oblicuas de un misterio que rehúsa develarse. La gélida cerámica con la que se le dió forma a la tensión entre lo estético y lo temible.
Desde el comienzo, en el juego sutil que pauta Martínez con el que observa su obra no existen reglas comunes a ambos. La artista le ofrece falsas pistas para llevarlo al encuentro de una realidad que surge de la tensión entre lo que ve y no se ve.
FABRO TRANCHIDA
En tres niños que se bañan desnudos en el río de un pueblo de Estados Unidos o en un adolescente que a la hora de la siesta sueña con el camino del héroe o en un muchacho que se inicia en la doctrina de un gaucho de la pampa argentina subyace una condición que sugiere albedrío, insolencia, despreocupación: la condición de un boy. En ella, Tranchida encuentra objetos que explorar: por un lado, el espacio de la asociación libre, en el que conviven Luke Skywalker y Tom Sawyer, ambos jugando a ser hombres; por el otro, la definición de un arquetipo de muchacho, que incluye lo lúdico, la exclusividad de una dimensión sin mujeres, y, por consiguiente, el erotismo: Cáceres, el aprendiz de donde Segundo Sombra traduce su admiración en una pulsión homoerótica. Para la reconstrucción que hace de la arqueología de un muchacho, Tranchida utiliza la fotografía de ambiguos adolescentes, el dibujo deliberadamente imperfecto de muchachos en solitario, la creación de videojuegos ficticios, la proyección de fotografías, que definen y modelan el hábitat del adolescente y en él la música, el ocio, la infancia desordenada, los juguetes, algunos libros. En esa exploración, a veces sacrílega –la emulación del viacrucis– Tranchida no agota las posibilidades de la condición que indaga, más bien parece sugerir otras al mismo tiempo que inaugura un dominio que propone un recurrente volver.
- Ezequiel Lavena
LSD . Luminancia Sobrenatural Dominante
Elvira Amor, Paul Loubet, Diego Mur y Federico Villarino
Cualquier figura geométrica admite por lo menos dos interpretaciones: a) la meramente formal, que describe las virtudes de, digamos, un dodecaedro (a saber, sus doce caras y su naturaleza convexa y cóncava); b) la visión final que esconde su rígida forma, en el caso del dodecaedro, la forma del universo, que pergeñó alguna divinidad antigua. Esas figuras son las que preconizan e indagan Amor, Loubet, Mur y Villarino.
Al igual que todos los puntos contenidos en un plano disparan la identidad definitiva de la forma, los trabajos que componen la muestra y que dibujan su figura no acabada parten de diferentes puntos para construirla y consienten contradicciones: algunos parten de imágenes de la calle, otros prefieren rehuir los elementos figurativos y otros atravesarlos para dar origen a nuevas dimensiones. Sin embargo, todos comparten un objetivo: diluir la rigidez de lo matemático y trascender.
Para lograrlo proponen colores planos, superposición de perspectivas, tridimensionalidad, geometría dura, ilusiones de profundidad, interposición de planos, pinturas galácticas y juego de opuestos, y lo concretan por medio del óleo, las cintas, los aerosoles, la madera y los espejos.
Las formas quietas en el lienzo blanco esperan a ser reveladas. La luminiscencia de las aristas refracta desde el silencio y proponen un recorrido en nada lineal. Los puntos que conforman las líneas son apenas una insinuación, el espejismo que deben eludir los que quieran iniciarse en los enigmas de una geometría que nos define y nos abarca.
- EZEQUIEL LAVENA